“Los jugadores no somos robots, no estamos hechos de acero, nos pasan cosas y eso influye en el rendimiento”. Esto decía el Morro Garcia hace un tiempo. Hablar sobre la salud mental se vuelve un tema necesario, tanto en el fútbol como en la vida. Que en paz descanses Morro.
En el 2016, la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FifPro) publicó un informe que decía que al menos tres de los 25 futbolistas de un equipo podían sufrir angustia, ansiedad o depresión.
En el año 2015, una investigación de FIFPRO, realizada entre 540 futbolistas profesionales de 5 países mostró, entre otros, que el 43% de futbolistas en Noruega informó de haber sufrido síntomas de ansiedad o depresión, y el 74% mostró trastornos de alimentación.
En España el 33% manifestó síntomas de problemas para conciliar el sueño. En Finlandia, Francia y Suecia, tanto los eventos vitales como la insatisfacción con la carrera mostraron relación con estados de angustia, ansiedad/depresión, abuso del alcohol y trastornos de alimentación
En 2017, otro estudio de FIFPRO, llevada a cabo entre 262 futbolistas concluyó que los futbolistas con lesiones graves tienen una probabilidad de 2 a 7 veces mayor de desarrollar síntomas de salud mental en los 12 meses siguientes, en comparación con los futbolistas no lesionados
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